Viaje al fondo del cerebro extremista

Además de la justificación de la propia violencia, los discursos del fundamentalismo islámico, la ultraderecha, el primitivismo y el feminismo radical comparten la presencia respectiva de al menos un acierto ineludible en sus diagnósticos: la intervención de Estados Unidos en Medio Oriente durante (por lo menos) lo que va del siglo ha sido (por lo menos) un desastre;

en detrimento de los trabajadores nacionales, la apertura migratoria en el primer mundo beneficia a los industriales locales al abaratar la mano de obra; la tecnología y la compulsión regulatoria de los distintos estamentos de la civilización hacen neuróticos e infelices a los primates con ropa; y deberían eliminarse todas las formas de dominación masculina, pues los hombres arruinamos el mundo.

Sostengo estas verdades como evidentes en sí mismas a sabiendas de que en no pocas ocasiones son puntos de partida o de llegada acomodaticios (los muyahidines no tenían perspectiva de género cuando los financiaba la CIA; la xenofobia de los votantes de UKIP y Front National se funda en un supremacismo étnico que decide ignorar que las guerras económicas y militares desplazan a los pobres a los países ricos), y porque negarlas requiere tanta voluntad de autoengaño que se está listo para creer que el Estado Islámico odia Nuestra Libertad y es indiferente a las bombas sobre Al Raqa.


¿Por qué el crítico de la tecnología cruzó el camino? Para encontrarse con el soberanista de derecha

 

En vísperas de la segunda edición de American terrorist: Timothy McVeigh and the Oklahoma City bombing, los autores, Lou Michel y Dan Herbeck, le pidieron al terrorista Ted Kaczynski sus impresiones de Timothy McVeigh, el autor del atentado de Oklahoma City y a quien había conocido en las jaulas de ejercicio del Pabellón de Dinamiteros de la prisión ADX Florence entre 1997 y 1999.

A vuelta de correo Kaczynski envió una carta[1] (y afortunadamente nada más) en la que contaba que al principio había sido reticente a hablar con McVeigh, pues temía que sus conversaciones fuesen filtradas a la prensa y sus seguidores reprobaran la relación. La solidaridad entre confinados lo hizo ceder y pronto descubrió que McVeigh era inteligente, tenía enormes habilidades sociales y no era racista. Le pareció “un aventurero por naturaleza, y desde que América cerró su frontera ha tenido poco espacio para los aventureros”. Además lo admiraba por mantenerse alerta en el entorno de vigilancia y control de la prisión, que a él lo abstraía y volvía introvertido. La única vez que Kaczynski disfrutó esa percepción aguda fue cuando vivió en una cabaña en un bosque de Montana, cuya depredación lo empujó a su larga campaña de terrorismo postal (1976-1995).

En una ocasión McVeigh le dijo que creía que algunos grupos rebeldes de derecha e izquierda de Estados Unidos tenían puntos en común importantes, y que debían aliarse. Kaczynski reconocía que algunos grupos de derecha (como los Montana Freemen) eran antiautoritarios, pero solían vincularse a fascistas y racistas. McVeigh no sabía por qué las milicias antiEstado y los reaccionarios eran englobados en “la derecha”, pero estaba seguro de que, en aquella época, en Estados Unidos, la diferencia fundamental entre izquierda y derecha era que a la izquierda le disgustaban las armas.

Otro día McVeigh le preguntó qué rifle usaba para cazar cuando vivía en la cabaña. Kaczynski dijo que un calibre veintidós y un treinta cero seis, y McVeigh señaló que la ventaja del treinta cero seis era que podías cargarlo con municiones perforadoras de blindaje. Kaczynski le preguntó para qué y McVeigh dijo que así podría dispararle a un tanque. Kaczynski lamentó el fetichismo armamentístico que McVeigh compartía con el resto de los derechistas, y le pareció evidente que él ya nunca tendría la posibilidad de disparar un arma. Ni McVeigh, “a menos que reingresara al ejército”.

McVeigh en el ejército era tan improbable como un rifle en las propias manos de Kaczynski, pero la ironía le servía para desmarcarse de la crueldad indiscriminada del atentado en Oklahoma City (1995) perpetrado por McVeigh y Terry Nichols. Como escritor, Kaczynski “siempre va dos pasos más adelante (o más atrás) que sus perseguidores”,[2] pero intuyo que la mención del ejército también sirve como recordatorio de que él, a diferencia de McVeigh y Nichols, no fue sido un soldado vuelto loco en la batalla, radicalizado en milicias paranoicas y propulsado por el síndrome de estrés postraumático.

Por distintos motivos vuelvo a esta carta: sirve en descargo de la teoría de la herradura (hipótesis que sostiene la cercanía de los extremos del espectro político), es ejemplar de la viabilidad del diálogo entre elementos recalcitrantes a los procesos deliberativos y es el documento de reflexión extremista más importante escrito en vísperas del 11 de septiembre. También, de un tiempo a esta parte, no resulta exagerado afirmar que las preocupaciones de ambos terroristas han adquirido tintes proféticos.

La posible victoria de Hillary Clinton en las elecciones de noviembre en Estados Unidos se cierne como una amenaza sobre los movimientos soberanistas, antiimpuestos, polígamos y las milicias de identidad cristiana y nostalgia confederada. Severamente acosada durante el gobierno del esposo de Clinton, la derecha ultramontana y retrógrada tampoco cabe en la postal multiculturalista con la que arrancó la precampaña de la candidata demócrata. Y no hace falta retrotraerse Ruby Ridge (1993) y Waco (1995) para saber que son el uno por ciento incómodo: el terrorismo fiscal al que fueron sometidas las organizaciones vinculadas al Tea Party, el movimiento 9/12, los grupos a favor de la legalización de la marihuana y el software de código abierto (2010-2013) confirma la diversificación de tácticas y objetivos de la guerra ideológica del poder ejecutivo de Estados Unidos. Mientras que la resistencia armada en el rancho de Cliven Bundy (2014), la exhibición de arsenal por parte de milicianos en Utah y Oregon (2014 y 2015) y las ocupaciones de un terreno del Servicio Forestal en Montana y del Refugio Nacional de Vida Salvaje de Malheur (2015 y 2016), son elocuentes del apoyo popular y armamentístico con que el cuentan la familia Bundy y los Oath Keepers, y de la disposición de sus seguidores al martirio.

Pokémon GO y Holoportation no serán las cumbres de la mediatización del entorno, pero bastan como Apocalipsis tecnológico. Y en la ecología la alienación es similar: nuestras esperanzas están puestas en iniciativas como The Ocean Cleanup, pedimos las bebidas sin popote y cortamos los arneses de plástico de los six pack para no hacerle la vida imposible a algún salmón incauto. Pero nadie busca reencontrarse con la naturaleza, reconocerse en ella. La cuantificación del impacto ambiental no es generosa, sino supervivencia; acaso sea mejor este contacto distante que la total apatía. “Lo que hace deseable la crisis es que en ella el medio ambiente deja de ser el medio ambiente. Somos conducidos a reanudar un contacto, aunque sea fatal, con lo que está ahí, a reencontrar los ritmos de la realidad”.[3]

No, Donny, these men are nihilists, there’s nothing to be afraid of

 

A las nueve y media de la noche del lunes 27 de junio, debajo de un puente del circuito universitario, un grupo de estudiantes de la UNAM encontró el cadáver de un hombre de 50 años: José Jaime Barrera Moreno, jefe de servicios de la Facultad de Química. Yacía bocarriba con heridas en el pecho y la axila derecha que los peritos determinaron que habían sido hechas con un arma blanca.

Dos días después el grupo ecoextremista Individualistas Tendiendo a lo Salvaje (ITS) reivindicó el asesinato de Barrera Moreno a través de un comunicado en el blog Maldición Eco Extremista:

¡Muerte a los hiper-civilizados!

¡Complicidad con la Mafia Eco-extremista/Nihilista!

(…) Nosotros NO creemos en un “mejor mañana”, no somos “revolucionarios” ni nos identificamos con sus ideologías recicladas, somos individualistas-terroristas con objetivos egóicos, políticamente incorrectos, amorales e indiscriminados.

Ciudad Universitaria, lugar en donde últimamente el “Grupo Oculto Furia de Lince” de ITS, y el grupo “Guerra Eco-extremista Guamera” habían atentado, (el 25 y el 8 de Abril de este año respectivamente), y que las autoridades acallaron sus ataques. Ahora no van a poder acallar esto…

Apuñalamos ayer al jefe de servicios químicos de la Facultad de Química de la UNAM, nuestro cuchillo perforó su carne, músculos y venas, desangrándolo y dejándolo sin vida. Es una pena que no le pudiéramos arrancar el cuero cabelludo como victoria (así como lo hacían nuestros antepasados en guerra), será para el (sic) siguiente…

(…) Ejecutamos a este hombre para demostrar que NO sentimos respeto por la vida de los híper-civilizados universitarios ni de ningún otro, que DESPRESIAMOS (sic) sus rutinas, sus normas y su moral, que RECHAZAMOS la igualdad, el progreso humano, la tolerancia, la ciencia, el colectivismo, el cristianismo, el pacifismo, la modernidad y demás cagadas que huelan a domesticación civilizada.

De acuerdo con Reporte Índigo, el ecoterrorismo en México inició en Guadalajara con el Frente de Liberación Animal, que en 2009 colocó un artefacto explosivo fuera de un laboratorio Novartis sin que detonara. Tampoco detonó un paquete dejado en mayo del año siguiente a pocos metros del laboratorio, pero en noviembre explotó un paquete en las inmediaciones de la Secretaría de Desarrollo Rural, sin causar daños importantes.

El primer atentado que se adjudicó ITS ocurrió en abril de 2011, ocasionándole heridas graves en la cara a un trabajador de la Universidad Politécnica del Valle de México. Ese año también habría enviado un paquete bomba al campus Atizapán del Tecnológico de Monterrey (que hirió a dos científicos), al Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV), la Universidad Politécnica de Pachuca y las oficinas de Greenpeace en la Ciudad de México. También se responsabilizó del asesinato de Ernesto Méndez Salinas, investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM.

En 2013 explotó un paquete en un buzón del Servicio Postal Mexicano en Tlalpan y no detonó otro dirigido a un investigador en nanotecnología. El pasado 8 de febrero ITS envió un paquete explosivo a una delegación de Conacyt y otro a una oficina de la Secretaría de Agricultura, ambas en Guadalajara, que fueron retirados por un escuadrón de desactivación de artefactos explosivos.

Releí el comunicado y me impresionó el estilo sádico rayano en infantilismo y que hubiese más de una célula ecoterrorista activa. Tras una década de narcomantas, los mexicanos nos asumimos expertos en la propaganda violenta, pero ni los crímenes rituales de los Narcosatánicos (1988-1989) alcanzan para comprender a ITS. “Hoy, que está tan de moda hablar de los nihilistas, aunque cuando se habla de éstos la gente se refiere a los terroristas musulmanes, que precisamente de nihilistas no tienen nada, no estaría de más visitar la obra de un verdadero nihilista.”

Nihilists! Fuck me. I mean, say what you want about the tenets of National Socialism, Dude, at least is an ethos

 

Algunos blogs anarquistas difunden los comunicados de ITS, pero Maldición Eco Extremista es el archivo más completo. En la publicación más antigua aparecen los cinco números de la revista Regresión, Cuadernos contra el progreso tecnoindustrial, el mayor esfuerzo editorial del ecoextremisto mexicano. A juzgar por la encuadernación, su guerra contra el diseño no tiene cuartel.

La editorial del primer número (Abril de 2014) reniega de la esperanza en una eventual guerra contra la civilización tecnológica, ideal expresado por Kaczynski en La sociedad industrial y su futuro (1995); sin libertadores, sin meta final, sin grandes organizaciones, sólo están los que actúan contra la tecnología y los que no.

Un ensayo titulado “El chilcuague, los chichimecas y el CINVESTAV” explica que han atacado ese centro porque sus investigadores producen analgésicos a partir de la modificación genética del chilcuague, raíz utilizada por los chichimecas (máximo referente del ecoextremismo nacional) para suicidarse cuando eran capturados.

Cierro el PDF y abro el segundo número de Regresión (Otoño 2014). El reportaje central se titula “El gran colisionador de hadrones: científicos jugando a ser dioses” y la editorial anuncia el agrupamiento de ITS con una decena de grupos afines para crear el frente Reacción Salvaje (RS).

En la última página del tercer número (Primavera 2015) aparece el poema “Clamores apocalípticos”, que fantasea con la destrucción de la civilización a manos (o garras) de los animales:

El coyote huyó y hubo granizo y

fuego mesclados (sic) con sangre que fueron

lanzados contra las ciudades y una gran

parte de la Humanidad se quemó.

La editorial del cuarto número (Otoño 2015) anuncia la disolución de RS. Unas páginas adelante encuentro la última entrevista de RS, hecha por Xapiri Thëpë para el portal El Tlatol y la Revista Regresión, pero a estas alturas ya se instaló en mi la sospecha de que todo es obra de un mismo autor. No soy Franco Moretti, pero en lectura estadística a ojo de buen cubero hay características sintácticas que se repiten en todas las comunicaciones de todos los grupos. No soy Robert K. Ressler, pero todo apunta a un mismo criminal. Un autor que fracasa como poeta, y cuya incursión genérica más afortunada, estoy por descubrir, es el diálogo platónico.

Thëpë inquiere el lugar de Kaczynski en el pensamiento de RS, y responden que muchos grupos al interior tuvieron en don Ted una influencia importante, pero que en esta fase existen dos grandes diferencias: no anhelan una crisis que empuje a la revolución y su horizonte precivilizatorio no son los grupos étnicos más antiguos, sino los cazadores-recolectores nómadas de la Antigua Mesoamérica Septentrional.

Reconocen que los Jemeres Rojos (1975-1979) detuvieron por completo el avance tecnológico de Cambodia, sin embargo la perspectiva de una sociedad campesina les parece moderada frente al nomadismo, y a ellos no les interesa obligar a nadie a nada, porque “la gente es necia y le gusta vivir entre la mierda moderna”.

No comparten la visión del Paraíso Terrenal Ateo de los anarquistas. No saben si vendrá un mundo mejor, y si aparece habrá que destruirlo. Las luchas civiles de las minorías étnicas y sexuales los tienen sin cuidado y están contra todas las innovaciones tecnológicas, incluso las que se proponen objetivos nobles como mejorar la calidad de vida de los discapacitados.

El autor del diálogo acierta cuando Thëpë marca distancia de algunas posiciones de RS: “discrepamos totalmente de estos últimos planteamientos de ustedes, desde su forma de abordarlos hasta su opinión sobre los grupos vulnerables”. El enemigo dialéctico del ecoextremismo no es el tardocapitalismo consumista, la tibia socialdemocracia o los ambientalistas, sino el anarquismo más radical. Desprecian su tufo humanista. Mientras los hijos de Bakunin y los hippies que viven en comunas anhelan organizarse libres de opresión, los ecoextremistas sueñan con una vida nómada donde existen autoridades, castigos y concentración de poder. La isla Utopía vista por los guerreros chichimecas que salen de Chicomóztoc.

Abro el quinto número de Regresión (Abril 2016) y no me atrevo a pasar de la portada. El PDF está en pantalla completa y veo la ilustración de un oso en tintas café y negra. No pienso en el oso ni en los ecoextremistas, sino que imagino a una mujer que llora en un departamento al sur de la Ciudad de México. No tengo manera de saber si Barrera Moreno tenía esposa, ni dónde vivía (un departamento en el sur parece conveniente para un trabajador de la UNAM), pero siento lástima por esa viuda posible. Como llevo toda la tarde leyendo Regresión, me vuelvo escéptico ante el mecanismo mental que me hace abordar el atentado desde el humanismo. Imagino a la mujer leyendo los comunicados de ITS, intentando encontrarles sentido. Si yo fuera ella o conociera a cualquier víctima del ecoterrorismo, podría sucumbir en la locura ecocida. Porque cuando se posee una verdad tan fundamental y única, también se tiene una enorme mentira. La verdad también es que el planeta tierra está bien, perfectamente bien, tanto que si pudiera me iría a vivir para allá:

Comparado con la gente, el planeta va muy bien. Lleva aquí cuatro millardos y medio de años. (…) ¿Nosotros llevamos aquí cuánto, cien mil? ¿Quizá doscientos mil? Y sólo hemos estado involucrados en la industria pesada por poco más de doscientos años. (…) ¿Y tenemos la arrogancia de pensar que de alguna manera somos una amenaza? ¿Que de algún modo vamos a poner en peligro a esta hermosa pelotita azul y verde que anda flotando alrededor del sol? (…) El planeta va a estar aquí por mucho mucho mucho tiempo después de que nos vayamos, y se curará a sí mismo, se limpiará a sí mismo, porque eso es lo que hace: es un sistema autocorrectivo. El aire y el agua van a recuperarse, la tierra va a renovarse, y si es cierto que el plástico no es biodegradable, bueno, pues la tierra simplemente incorporará al plástico a un nueva paradigma: la Tierra más Plástico. (…) Quizá esa fue la verdadera razón por la que la tierra nos permitió reproducirnos en ella: quería plástico para sí misma, pero no sabía cómo hacerlo, nos necesitaba. Podría ser la respuesta a nuestro antiquísimo problema filosófico: ¿para qué estamos aquí? ¡Plástico, idiotas![5]

¿Qué hay detrás de la ventana?

 

Cerré mi laptop y cuando volví a abrirla me encontré con el oso de la portada del último número de Regresión. Lo hojeé con las flechas del teclado y vi que la editorial era más larga que las anteriores y estaba escrita en primera persona. Leí algunas frases salteadas del cuento (es un decir) “Funeral nihilístico” para comprobar su malditismo de cuarta línea (“Mis fauces que babean saliva-veneno abismal, buscan un cuerpo caliente, en el frío que desgarra la exhalación de un respiro”) y al final del número encontré la traducción de “Haciendo peróxido de acetona”, un manual publicado originalmente en Inspire Magazine, la revista de Al-Qaeda. Cerré la laptop y me puse a leer otra cosa. Other voices, other rooms, otros terroristas.

El 13 de julio la Procuraduría de la Ciudad de México descartó que ITS hubiese asesinado a Barrera Moreno. Otra línea de investigación desechada apuntaba a la venganza de una trabajadora de la UNAM a la que Barrera Moreno había acusado de robo, por lo que había sido procesada y encarcelada. Aquel lunes que fue asesinado Barrera Moreno faltó a su trabajo. Por la tarde llamó a su esposa y le dijo que se tardaría en volver porque tenía que hacer unos pagos. En lugar de eso siguió bebiendo en un salón de la Facultad de Química con tres trabajadores administrativos y dos alumnos. En algún momento de la borrachera Barrera Moreno y alguno de sus acompañantes se enfrentaron verbalmente. Barrera Moreno tomó una escoba y golpeó con ella a su contrincante, quien respondió al ataque con una navaja.[6]

Los trolls de los portales de noticias y el escritor Guillermo Sheridan vieron confirmadas sus sospechas de que ITS no estaba detrás del asesinato en la UNAM: “¿Será una baladronada? Podría pensarse que cada vez que es asesinado alguien asociado a una universidad estos señores “reivindicarán” (sic) el crimen en su provecho. A saber.” Comparto a medias el alivio, pues ITS sigue siendo responsable de inmiscuir sus doctrinas excéntricas en el duelo los familiares de Barrera Moreno, de su historial de ataques con explosivos y quizá de otro asesinato. Además, continúa la campaña mediática ecoterrorista. con amenazas cada vez más directas:

PD: Queremos ver otro muerto en ciudad universitaria pero ahora colgado de una de las entradas de ciudad universitaria con un letrero con nuestro nombre, mencionando los siguientes tecnonerds:

-Dra. María de Lourdes Esteva Peralta (CINVESTAV)

-Oscar Edel Contreras López del Centro de Nanociencias y Nanotecnología de la UNAM

-Antonio Tejeda Rodríguez

-David Shimomoto Sánchez como ingenieros en nanotecnología

-Iván Antonio Peralta Mendoza, ingeniero electrónico.

ENTRE OTROS, MANTÉNGANSE ALERTA ;)…[7]

Una solicitud de acceso a la información hecha a la PGR confirmó que la SEIDO tiene abierta una averiguación previa en contra de ITS, pero su contenido está reservado por doce años. La Policía Federal también reconoció haber participado en la investigación. La Secretaría de Gobernación negó tener información respecto a ITS, y el CISEN, dependiente de Gobernación, tenía catalogado a RS con dieciséis grupos de corte anarquista, bloque negro y okupa.[8]

Frente al narcotráfico y a la violencia política, ITS es una amenaza estadísticamente minúscula. Sin embargo su falta de medios parece sustituirla con astucia. La paradoja más triste que suscita es que su campaña contra el progreso persiste por la quiebra del aparato de justicia, quintaesencia de esa sofisticada abstracción de la vida civilizada que es el Estado.


Referencias

[1] Lou Michel y Dan Herbeck, American terrorist: Timothy McVeigh & the Oklahoma City bombing, “Appendix B”, Estados Unidos, HarperCollins, 2001, pp. 398-402.

[2] Roberto Bolaño, “Derivas de la pesada”, El secreto del mal, Anagrama, 2007 p. 99.

[3] Comité Invisible, La insurreción que viene, Rebelion.org, 2007, p. 56.

[4] Roberto Bolaño, Ibíd. p. 100.

[5] George Carlin, “The planet is fine”, Jammin’ in New York, Eardrum Records / Atlantic, 1992.

[6] Carlos Jiménez, “Asesinato en la UNAM, obra de 3 empleados”, La Razón, 14 de julio de 2016.

[7] Comunicado de “Guerra Eco-extermista Guamara” y “Sombras de los Bosques”, 13 de julio de 2016.

[8] Carlos Quiroz, “Grupo radical se adjudica asesinato de empleado de la UNAM”, Excélsior Tv, 30 de junio de 2016.

 

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*Es interesante conocer diversas perspectivas y noticias alrededor de ellas, para ver y probar que caminos seguir o que acciones tomar y cuales no, lejos de cualquier dogma o guerra de egos o comprensión antojadiza.